Cuando vivimos en ese dinamismo, es como sentir una suave y delicada invitación de la VIDA a dejarnos SER por ella.
Se da como una rendición, como una cierta retirada de nosotros mismos, de lo que creíamos ser, para realmente pasar a SER.
Nuestra respuesta para con la VIDA pasa a ser suave, respondemos a sus sugerencias sin esfuerzo, es lo más natural fluir con ese flujo.
Cuando hay peleas, fricciones, resistencias es el EGO el que ha tomado las riendas, ahí nada es delicado y suave, todo va contra corriente.
Sabiendo lo que SOMOS, sabemos lo que hacer en cada instante, no hay duda, porque es realmente la VIDA la que sabe.
Arraigados en el SER, conocemos el origen de nuestra particularidad.
Hemos de testar donde está nuestro arraigo, si hacemos las cosas por presión social, por sostener una imagen de nosotros mismos que no estamos dispuestos a renunciar, por expectativas ajenas, por la necesidad de ser “alguienes”, por sentirnos más respetados y considerados, por miedo a no hacer las cosas bien, o cómo se deben hacer, por no llegar a ser lo que se espera de nosotros, por defraudar….
Hay demasiados condicionamientos en el ser, en el SER se disuelven todos; pero hay que estar dispuestos a cruzar ese umbral, es el precio de la verdad de lo que SOMOS.
El número de concesiones que hacemos diariamente, nos dará la medida del grado en el que nos hemos apartado de nosotros mismos.
Se necesita SER muy libres para alcanzar esa VERDAD, pero hemos de ser conscientes que fuera de ella morimos.
Por ahí vienen las depresiones, las insatisfacciones, los suicidios, la falta de sentido de la vida, la desgana, la apatía vital.
Nuestra VERDAD, requiere de nosotros una entrega total, cuando no es así, perdemos fuerza, tiempo, energía e inspiración.
Queremos hacer mil cosas a la vez, y en esta dinámica salimos del dinamismo del SER, y cuanto más salimos de ese dinamismo, más nos cuesta volver y escuchar nuestra propia voz.
Hemos de estar en lo que tenemos que ESTAR, realmente en lo nuestro; así de sencillo.
Cuánto más en lo nuestro estamos, más plenitud alcanzamos, es un descanso muy profundo el descanso del SER, es incomparable con todo logro alcanzado por nuestro pequeño “yo”.