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El punto 0

    Hay un portal que conecta los dos mundos en una única realidad.

    Por un lado, está la eternidad, lo que ES, lo que ni nace ni muere.

    Y por otro lado nuestra cotidianidad, la linealidad, la biología, la concreta individualidad.

    No son dos mundos separados, pero poseen percepciones diferentes.

    En un lado parece ser que todo está dado, que ni siquiera somos ni cuerpo, ni rol, ni identidad

    En otro lado, en esta tierra, somos individuos que evolucionan, que crean, que tienen un sentido y un propósito y tras él parece ser que nuestros pasos van.

    El asunto está en donde nos colocamos, en la linealidad está claro que nos ahogamos.

    Tenemos relato de pasado y una ansiedad por un futuro que tal vez no sea como lo imaginamos.

    Hay un portal de acceso, solo uno que reunifica los dos mundos.

    Y nos posibilita vivir reconciliados.

    Ese lugar es el punto 0, el círculo vacío, el instante presente.

    Podemos vivir nuestro paso por esta tierra desde el otro lado.

    Es decir, como si fuéramos eternos en el devenir cotidiano.

    Como si todo estuviera dado, pero lo vamos viviendo según se va mostrando.

    Confiados en que lo que ha de ser va siendo reflejado en cada fugaz instante vertido.

    Que desde luego no lo traemos nosotros, de algún lado nace que no controlamos, aceptando que cada instante, aunque ni lo sintamos ni lo sepamos contiene el germen de la totalidad que es para nosotros.

    Solo hay un lugar de descanso, todos los otros generan frustración y desasosiego.

    Por lo que no fui, por lo que hice o deje de hacer y por lo que debería, por lo que tengo que ser y no llega.

    En la linealidad se concibe una progresión desde una mente que lee según es.

    Desde la eternidad no hay progresión, no hay tal línea, todo es circular.

    Sin embargo, si observamos el devenir, hay como una coherencia en la vida que nos vive.

    Esa coherencia no la marcamos nosotros, está fuera de nuestro alcance.

    Esas coordenadas, son coordenadas interestelares.

    Las locales no las descifran, porque no tienen los códigos de interpretación.

    Se nos escapa la información planetaria, la más cósmica, la global, la universal.

    Sin embargo, puedes vivirte detenido en medio de esa vastedad, como parado en el punto 0.

    Y quedarte vacío en el centro de ese vacío.

    Cada instante puede ser vivido como un espacio abierto.

    Un no lugar infinito de plenitud.

    Y en cada presente puede la eternidad alcanzarte.

    Creemos que es pensando como acercamos la realidad futura.

    Pero no podemos añadir un segundo al kronos.

    No podemos dejar que ocurra cuanto nos ocurre.

    No podemos sacar ni un solo instante de la escena.

    Y cuanto antes lo sepamos mejor, la película se sucede sola.

    El hacedor más sabio es el que se rinde al flujo.

    Se hace uno con lo que acontece.

    Y se desliza con lo que se vierte.

    Todo lo que añadamos al instante vacío, es un añadido de la mente.

    El presente no tiene contenido, y cuando lo tiene, es la existencia la que lo vierte.

    Segundo a segundo, aquí y no aquí al mismo tiempo.

    Más vivo que nunca porque la carga se ha soltado y el instante vaciado.

    Presente en el presente, eso es todo.

    Todo lo demás nos va siendo dado.

    Mientras vamos siendo vividos.

    Recuerda regresar una y otra vez al punto 0.

    Ya el 1,2 y 3 es añadido tuyo.