Cuando nos mantenemos desnudos frente a la desnuda realidad, ésta se nos muestra tal cual ES, y lo que es para nosotros lo descubrimos en esa desnudez.
Podemos aprender de otros y nutrirnos de diversas y plurales fuentes; pero nadie puede vivir lo que es nuestro, nadie más que nosotros sabe de nuestros instantes; por eso la VERDAD de lo que SOMOS no tiene intermediarios, no tiene ningún sentido seguir a nadie en esto de SER.
Hay veces que nos resultan atractivos otros personajes, otras formas, otras realidades…, las seguimos por un tiempo, y en seguida nos damos cuenta que son los caminos de otros, y todo lo que sea ajeno, no nos va a dar nunca descanso.
Cuanto menos nos alejemos del centro, mejor, menos tiempo tardaremos en descubrir lo nuestro, que es en realidad lo único que nos aporta, la única fuente veraz y lo único que nos da realmente paz.
Nadie respira por nuestros pulmones, ni late con nuestro corazón, ni calza nuestros zapatos, luego nadie sabe de nuestras propias pisadas.
Todo lo nuestro es muy íntimo y se desvela en ese diálogo entre la realidad y nosotros, entre nadie más se da, y nadie más lo comprende. Para que ese diálogo sea auténtico hemos de permanecer muy vigilantes, en estado de alerta constante, a la escucha profunda; porque hay a menudo interferencias, esas interferencias son ruidos, y esos ruidos vienen de la falta de fidelidad para con nuestra propia experiencia humana.
Salimos de nosotros mismos porque deseamos lo de los demás, no nos resulta suficiente nuestra realidad y envidiamos la vida de los otros; esto es un absurdo pero lo hacemos.
Sólo habitamos una única experiencia humana, y a ella nos debemos en nuestra totalidad, sean cuales sean las cartas de nuestro juego, es la baraja de nuestra existencia la que cuenta, ni más ni menos cartas.
Esto es vivir en el corazón del presente, pero el presente requiere de nuestra PRESENCIA, sino el instante pasa desapercibido y nos acabamos yendo por donde ni sabemos ni somos, ni esencialmente queremos.
Tampoco pasa nada si nos vamos por otros derroteros, porque lo que ES nuestro, siempre nos acaba encontrando, vayamos donde vayamos. Y a veces necesitamos irnos para reencontrarnos con más claridad y con más determinación.
Todo libro, encuentro, conversación, llamada, mensaje o situación que la VIDA te quiere comunicar lo hace, tiene todo a su disposición, porque nada ni nadie está fuera de ella, elige la forma que desea y te lo muestra para que te enteres. ELLA, sí que sabe de tus instantes y los baja segundo a segundo, a su tiempo y a su ritmo.
A nosotros nos toca rendirnos a esa REALIDAD que sabe, confiar completamente en la VIDA que nos vive, nosotros solo seguir el rastro de ese suave susurro.
Para leer el lenguaje de la REALIDAD sin filtros personales, hemos de estar desnudos, libres de máscaras y ropajes, sólo ahí la desnudez de la VIDA se muestra tal cual ella ES, y no tal cual nosotros queremos que sea, porque realmente lo que queremos está muy pegado a nuestros deseos y gustos personales, y todo eso nos seduce por un rato; pero al rato siguiente es un más de lo mismo.
Sólo hay un lugar de auténtica sabiduría para lo más nuestro, y ese lugar está en el corazón más puro de la pura EXISTENCIA . Tenemos acceso a esa información, pero requiere de nosotros una posición transpersonal, solo desde ahí recibimos lo no condicionado, todo lo demás está demasiado pegado a nuestra piel necesitada de todo, y en esa carencia, nos perdemos, nos equivocamos y nos alejamos de nosotros mismos.